Pasarán
Pasarán. Pasó Raúl, pasó Xavi, pasó Futre, pasó Villa, pasó Suker, pasó Kanouté, pasará Iniesta, pasará Cristiano, incluso Messi. Los jugadores pasan, los clubes quedan. Pero nunca tuvo más razón una frase hecha a priori que ésta aplicada a posteriori. Los jugadores, más en concreto, el jugador, pasó, el club quedó. Se quedó en la primera fase copera que disputó. Pero él, el cooperador necesario de la simpar y descomunal errata, detonante silente de todo ello, pasó. Él pasa, el club queda. Queda eliminado a las primeras de cambio en la tierra de la guasa. Guasa que a ritmo de carnaval cantó con sorna “Cheryshev, te quiero”. Le querían y pasó. Pasó para cruzar de punta a punta el país cogiendo un atajo de dieciseisavos de final a la semifinal. Con camiseta blanca pero pantalón negro, volvió a ser querido en terreno ajeno por haber dejado al eterno rival en primera ronda. El Real Madrid quedó, Cheryshev pasó.
Así, en su penúltima actuación quedó anulada la victoria del Madrid en Cádiz. Y en su última aparición, ya con el Valencia, en el campo nuevo barcelonés, con el apoyo sarcástico del público, dispuesto a resarcirse de todo lo acontecido hasta el momento, tomó el balón, y realizó una magnífica jugada que acabaría en gol. Pero nada vale hoy en día en el particular mundo de Cheryshev. El señor de la bandera arlequinada la elevó, indicando posición antirreglamentaria y, de nuevo, la actuación de Denis quedó anulada. Gol anulado.
Muchos analistas propugnan por una Copa con eliminatorias a un solo partido. Estarán contentos, pues, con la irrupción copera del ruso. En su primera ronda (dieciseisavos) no hubo partido de vuelta por su alineación indebida. Y en su segunda ronda (semifinales) es como si no hubiera, pues parece intrascendente tras el 7-0 de la ida.
Intrascendencia pretendida también en la vuelta del otro lado del cuadro por el equipo del padre del protagonista de estas líneas. Club que pudo ser suyo igualmente horas antes del cierre del mercado invernal y que desea con anhelo que el 4-0 de la primera parte de la contienda convierta la parte complementaria, que no contratante, en un mero trámite.
O si no, la pelota es mía y me la llevo.
