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Siete

Siete. Dorsal histórico en el club de Concha Espina. Ilustres futbolistas han visto serigrafiado ese número en sus elásticas. Unos lo defendieron con garra y honor. Otros, con arte y filigrana. Ahora anuncia su retirada uno de los más grandes portadores del siete blanco. Uno, que fue rojiblanco en sus inicios para desprenderse del rojo alcanzando las mayores metas del momento. Champions, ligas, récords goleadores, todo lo consiguió el mito raulista del Madrid. Hasta eso logró: un término para sus seguidores acérrimos y defensores a ultranza. Irrumpió con poca fortuna en Zaragoza, esperando a demostrar su valía en un escenario más propio del lugar en la historia madridista que ya ocupa él: el Bernabéu. Contra el club que le vio crecer como jugador destapó el tarro de las esencias que cerrará a final de este curso americano. Su fulgurante aparición le fue haciendo dueño del siete, en detrimento del estandarte blanco del momento: el buitre. La clase, la calidad, la filigrana al servicio del fútbol supuso Butragueño para el Real Madrid. Emilio comenzó su gloriosa historia en el Carranza, siendo el artífice de una remontada in extremis. Eclipsó, igualmente, al ídolo del momento: Carlos Alonso Santillana. Y eligió el siete como el número que le iba a preceder en todas las alineaciones blancas como titular. Tras su vuelo más alto en Querétaro, dueño ya con todos los honores del siete merengue, inventó su mítica jugada por la línea de fondo, consiguiendo un gol legendario, nuevamente frente al Cádiz, al superar al futuro portero madridista Jaro y a toda su zaga con una sublime colección de fintas y regates. Raúl cerró el círculo en La Romareda. Allí comenzó su carrera profesional con mal pie y allí anotó su último gol en La Liga. Ahora, que González Blanco anuncia su retirada en USA, el buitre volverá al reinterpretado Carranza en una eliminatoria de Copa, donde dejó sus primeras gotas de calidad extrema. Butragueño, como alto cargo del Madrid e historia viva del madridismo, elogia a Raúl justamente tras conocer que el Madrid jugará contra los amarillos de la tacita de plata a final de año. Como elogio y homenaje a los sietes madridistas, el actual, CR7, heredero directo del siete blanco que se retira, debería emular al Director de Relaciones Institucionales reeditando el gol de aquella Copa del ochenta y siete, driblando por la línea de fondo rivales cadistas hasta batir al portero que defienda el honor futbolístico de la legendaria Gades.

O si no, que baje el buitre al césped, haga su mítica jugada, y se lleve la pelota porque suya es, mía no.

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