El arte de saber leer
El arte de saber leer. Leer es una capacidad bastante extendida entre los seres humanos. Saber leer propicia adquirir conocimientos o disfrutar con un buen libro. El saber leer se convierte en arte para no leer textos sino situaciones. Los acontecimientos se suceden ante los ojos de miles de personas que ven lo que pasa pero si no poseen ese arte de leer lo acontecido no servirá de experiencia para el futuro. De ahí la importancia de este noble arte.
Lecturas hay muchas. La real sólo es una. El artista es aquél capaz de hacerse con el verdadero texto que explica la realidad.
Las lecturas que se radian en torno a la épica final que puso comienzo al curso futbolístico europeo en tierras caucásicas elogian la heroica remontada blanca en lugar de leer lo sucedido como una relajación máxima de la pulga de Rosario y sus secuaces, que en el momento que quisieron despertar de su letargo, lo hicieron con una letal picadura del hijo pródigo que antes de serlo se prodigó por el área de gol para volver a erigirse en el minuto 114, de nuevo, como héroe de una Supercopa. Pareció vérsele, incluso, dejando una tarjeta de visita en la celebración del tanto a su paso por el banco del que marca los designios blaugranas, propiciatorios de su aventura allende el Canal de la Mancha.
Al tercer día de la negación de la realidad sevillista, la capital que alberga la ciudad sempiterno dormitorio del primer triple negador de la historia, cedió su mayor templo futbolístico para una constatación de la lectura fallida de la final de Tbilisi. El cuadro de Nervión volvió a sufrir una humillación sideral, en esta ocasión, en forma de set en blanco cuando la batalla iba en serio, para acto seguido, en la relajación del rival, alojar nuevamente el esférico por cuatro veces consecutivas en la portería contraria.
Por consiguiente, expreso el firme deseo de que todos los partidos del Sevilla comiencen, ya de partida, con un 4 ó 5 a 0 en contra, así, al menos habrá emoción y espectáculo hasta el último minuto.
O si no, la pelota es mía y me la llevo.
