Primavera
Primavera. Con ella ha llegado el ansiado caloret faller que pronosticó la sempiterna bárbara. Apelando a la santa que le presta su nombre, lo que se da, no se quita, y el calor se instaló en nuestro fútbol. Calor en el Sur que posibilitó la salida aletargada de los leones amansados por un rugido de Bacca Ahumada, y una victoria rojiblanca, Guadalquivir arriba, pese a los lamentos de su novel perla por el estío precipitado. Calor centrípeta en la mañana capitalina que fue testigo de la inédita hazaña del niño de Madeira, más treintañero que niño ya, al alcanzar los 300 sin necesidad de cruzar las Termópilas sino escenificando su grito aterrador en cinco ocasiones ante los representantes nazaríes. Nazaríes de nómina que defendieron como niños lo que no pudieron conseguir como peones de ajedrez dispuestos en estrategia conservadora por un rojiblanco victorioso en la Castellana muchos años atrás.
Calor en Levante que alimentó la tardía levantá de la mesa de los comensales de paella en la Malvarrosa retrasando el lleno esperado en Mestalla para disfrutar del combate nulo entre los máximos representantes del fútbol levantino. Levantinistas contentos por el resurgir de su equipo cerca de la Costa del generador de este caloret.
Calor que lleva hasta la Bahía de Vigo un señor de Sanlúcar de Barrameda. Un señor de nombre Manuel, conocido como Manolito y apodado para el mundo del fútbol con el seudónimo de Nolito. Su arte y calidad han sido elogiados por el entrenador blaugrana, rival hoy, propio antaño. Finalmente, esta ola de calor fue enfriada por un convecino de Rita de pasados años. El exvalencianista Jeremy Mathieu culminó el capitulo goleador del Domingo de Resurrección para dejarlo todo como estaba antes de la Semana Santa en la lucha por la Liga.
El caloret deportivo ha de volver pronto para vivir un final de temporada apasionante con el mejor Sevilla, el mejor Valencia y el tridente de gala que ya mantuvo esa pasión la pasada campaña hasta el último momento.
O si no, la pelota es mía y me la llevo.
