top of page

Yo no lucho

Yo no, Lucho. Cuentan las lenguas perversas… (perversas o bien informadas, disyuntiva difícil de desencriptar)… que un día Enrique tuvo una ilusión. La ilusión inundó el andamio de la Masía, desde el que ansiaba colocar a la pulga mesiánica como una pieza más de su puzle. Pero la pieza en masculino de la pulga no es una pieza cualquiera. Como mesiánica que es necesita libertad para guiar a su pueblo. Se rebela y le dice a Lucho que no: “que no, Lucho”. Y no luchó. Deambuló por los campos de Dios como Mesías sin tierra prometida hasta que los textos apócrifos comenzaron a reflejar el origen de la historia. Esto fue su particular zarza ardiente. Vio la luz. Y para asentar la palabra única de la unidad, hizo caso al guía contractual, se pegó a la banda derecha deleitando a la masa con su fútbol de siempre.

Una vez todos de vuelta al redil rindiendo pleitesía al Messías blaugrana, tocaba tomar el bastón de mando y enviar al Lucho uruguayo que incomoda su posición en la hierba a la reserva para liderar desde su ansiado centro la marabunta preciosista que hizo a los ilicitanos sufrir seis lindas ofensas.

Mientras tanto, el Lucho asturiano, impasible, contemplando el correcto funcionamiento del plan. Suyo o del azar. Disyuntiva de imposible solución.

Solución o pócima del perpetuo éxito es la ansiada por la estrella rival. La estrella de los blancos brilló resplandeciente ante el repentino ocaso de Lionel. Y ante su miméticamente repentino resurgimiento fulgurante, el áureo premiado de flamante soltería pierde el norte en el Sur califa tomando humanos rayados de verde y blanco por cueros esféricos. Camino ya de casa frotó la escarapela maravillosa del Mundialito en busca del genio de la lámpara que le otorgue su deseo de ser siempre el nº1.

O si no, la pelota es mía y me la llevo. Cristiano dixit, o no.

Recent post

Follow Us

  • Facebook Long Shadow
  • Twitter Long Shadow

Search by Tags

No hay tags aún.
bottom of page