Navidad
Navidad, blanca Navidad. Mucho más este año con el club níveo de Concha Espina liderando el fútbol mundial desde Marrakech donde el niño heredero le entrega la copa al Santo de Móstoles para que se la arrebate en seguida el Niño de Camas. En este caso, al no haber autobús de por medio sino Toyota, el trofeo no corrió riesgo de desprendimiento.
Navidad de disfrute, de recreo, de ocio en todas las esferas de la sociedad occidental, menos en una. Los teatros se ponen de gala y muestran sus mejores ofertas, en el cine realizan atractivas propuestas para atraer a toda la familia, y así un largo etcétera de espectáculos que se ponen al servicio de la ociosa sociedad festiva navideña.
La globalización ha querido que todo esto sea así en, prácticamente, todo el Mundo. Pero este efecto globalizador no ha podido con los estamentos de nuestro fútbol. Compramos con el mismo ansia que en Londres, Nueva York o París, pero no podemos presenciar el espectáculo más visto en nuestro tiempo durante estas “entrañables“ fechas, a pesar de que sí lo hacen en otros países referentes de las actitudes consumistas y globalizadoras como el Reino Unido de la Gran Bretaña.
Allí se incrementan el número de partidos de football durante las fiestas en las que se celebra el nacimiento de Jesús, de Hermes, de Dionisio, de Buddha, de Zarathurstra, de Krishna, de Horus, de Mithra, de Heracles, de Tammuz y de Adonis. ¡Cuán prolífico ha sido el 25 de Diciembre en dar a luz deidades!
Las deidades del futbol español, por contra, se apagan de forma repentina e hibernan hasta el nuevo año que está por venir.
Importamos el Black Friday norteamericano de tres o 4 días para comprar sin parar, pero no el Boxing Day británico para que los que habitualmente no pueden disfrutar del circo balompédico, lo hagan justo después de celebrar la natividad del Salvador con la muerte de un pavo.
¡Que ruede la bola y hagan juego! Jueguen, jueguen y deleiten o no a los espectadores con una actividad que es tan sólo espectáculo, aunque se empeñen en dotarla de algo més.
O si no, la pelota es mía y me la llevo.
