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El Tiempo

El Tiempo, la gran incógnita aún no resuelta por la Humanidad. ¿Es posible viajar en el Tiempo? ¿Se puede alterar el continuo espacio-tiempo sin un DeLorean? Y un enigma más enigmático aún: ¿el Tiempo es más extenso cuando ataca un equipo grande que cuando lo hace uno pequeño? Es más, ¿el Tiempo se agota antes cuando ataca el Getafe que cuando lo hace el Barça?

¿Corre más lento el Tiempo para la pulga de Rosario que para las huestes de Cosmin cuando juegan en su contra? Contra se quejó airadamente de la decisión arbitral por la que se dio por terminado el Tiempo de juego en el preciso momento en el que el ariete azulón se disponía a encarar el arco blaugrana. El Tiempo estaba ya cumplido, pero ¿lo hubiera estado si el ariete hubiese vestido de azul y granate? Ésa fue la pregunta que dejó en el aire el técnico que se sienta en el banquillo local del Coliseum Alfonso Pérez.

Aprehender el Tiempo siempre ha sido una aspiración del ser humano. Saberlo controlar y manejarlo a su antojo sigue siendo una asignatura pendiente. Pero, un reloj, ¡tenemos todos! ¡Señores, usen un reloj! ¡Un reloj que se pare cuando no esté la bola en juego y se ponga en marcha cuando el esférico haga lo propio! Se acabaron los descuentos, las polémicas por el tiempo perdido, etc. Está demostrado que en cada parte de un encuentro de fútbol nunca se disputan más de 30 minutos de juego efectivo. ¿Qué es lo que impide que se jueguen dos partes de 30 minutos cada una parando el crono a la par que el balón? Tal vez atente contra la tradición, tal vez no convenga a los medios de comunicación en la planificación cerrada de sus parrillas, tal vez no se quiera desterrar la polémica del fútbol porque si no hubiera ocurrido este incidente temporal ¿qué se hubiera destacado de ese apasionante Getafe 0 – Barcelona 0?

Al menos, si se quiere mantener esas esencias futbolísticas, establézcanse normas concretas sobre el Tiempo final. El rugby puede servir como ejemplo. Una vez cumplido el tiempo de juego se ha de concluir la jugada para poder dar por terminado el encuentro. El cuero debe salir del campo.

Hágase así en el fútbol.

O si no, la pelota es mía y me la llevo.

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